La Cuarta Guerra Mundial fue declarada en el verano de 1996. Occidente no tomó conciencia de ello hasta el 11 de septiembre de 2001, cuando unos aviones comerciales secuestrados por terroristas suicidas destruyeron las Torres Gemelas de Nueva York. Tras más de diez mil acciones terroristas, 18.000 muertos y 37.000 heridos, Al Qaeda se ha convertido en un virus ideológico, en una epidemia de alcance planetario para la que no se encuentra vacuna. Son sólo unos miles de iluminados que pretenden imponer un Califato Islámico Universal basado en normas atávicas y que se plantean una Guerra Santa de larga duración hasta convertir o exterminar a quien no se pliegue a sus dictados, pero tienen apoyos y simpatías entre los mil millones de musulmanes del mundo y utilizan el arma más terrible, cruel e impredecible: el terrorismo suicida. Por su parte, los Estados Unidos de América han aceptado el desafío y han desplegado sus efectivos antiterroristas a lo largo y ancho del planeta, y en más de sesenta países se producen hoy choques y escaramuzas.

La cuarta Guerra Mundial explica con rigor lo que está ocurriendo y describe con crudeza la inquietante realidad de una guerra en la que se enfrentan dos fanáticos creyentes convencidos de representar al Bien contra el Mal: Osama Bin Laden y George W. Bush. Frente a la ideología mesiánica islamista, el Imperio despliega las ideas neoconservadoras y los apoyos del cristianismo fundamentalista. Y detrás de todo ello, el petróleo, la sangre de nuestro mundo, al que una pequeña hemorragia u obstrucción puede causar la muerte súbita. ¿Vencerá la democracia al terrorismo y se extenderá por el mundo musulmán aislando a los fanáticos? ¿O continuarán los agitadores clandestinos extendiendo su horror por el planeta? ¿Quién ganará esta guerra?